
Una ruta más de estos bañezanos amantes de la naturaleza, llegan a su ruta número 53 y esta vez volvían a visitar otro rincón leonés, en La Pola de Gordón donde conocieron el faedo (hayedo) de Ciñera, donde llegaron a primera hora de la mañana, habiendo salido como es habitual desde el Ulises las 8.30 de la mañana una excursión de 40 senderistas.
Tras el cafelito de rigor, que calentó el estómago durante una mañana fría de domingo con dos grados bajo cero, como reflejan en su crónica "¡¡una helada!!, que dejaba su impronta en el camino, dando aún más belleza a las plantas, blancas con cristalitos de hielo".
Emprendieron la ruta parando a ver una espectacular mina a cielo abierto, hoy abandonada, de la Hullera vasco-leonesa. Allí los senderistas se adentraron fotografiando los viejos edificios abandonados de aquella comarca minera llena de actividad hace 20 años, viendo los almacenes, vestuarios y la vieja maquinaria que dio vida a esta comarca hoy abandonada (ha sufrido un gran descenso poblacional tras el cierre de las minas).
Tras la parada de rigor continuaron la ruta senderista hasta el bosque mágico: el famoso hayedo, que este domingo soleado de otoño estaba espectacular. De hecho este popular hayedo se le conoce como 'el bosque mágico' ¡¡Y no es para menos!! La ruta, entablillada, discurre junto a un arroyo que alegra con el susurro del agua saltando las rocas monte abajo. Las hayas tenían tonalidades que iban desde el verde lechuga al rojizo, pasando por todas las tonalidades amarillas-doradas típicas de un bosque a inicios de otoño. Decenas de senderistas de toda la provincia se dieron cita esta mañana de domingo para disfrutar del espectacular paisaje donde estos bañezanos hicieron cientos de fotografías para llenar sus álbumes.
La comida, el bocadillo, no pudo ser mejor: debajo de un haya disfrutando de la cálida mañana que derritió el hielo de la primera hora de la mañana. Tarde de café, de nuevo, en el pueblo, para regresar posteriormente a La Bañeza pensando ya en la próxima escapada.
La nota la dio esta vez no un gato, sino uno de estos senderistas bañezanos, que perdió las llaves en el camino, quien sabe si brincando entre los escombros de la vieja mina abandonada o al enganchársele el llavero con la correa de la cámara al sacarla del bolsillo. Pero estos senderistas son una gran familia y trasladan al despistado hasta su casa para que pudiese coger el duplicado y regresar con su coche.














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