El otro día vi la entrevista que le hizo Évole a Pau Donés. La cosa es que en los primeros compases y a puerta gayola, Évole le dice a Pau: -¿Sabes que es muy probable que cuando se emita la entrevista, tú ya no estés aquí? Y a partir de ahí la escalada de emociones va creciendo hasta que se desborda en un momento clave.
Cuando los médicos le dicen a Pau que el proceso de la enfermedad es irreversible y que las acechanzas de la dama de negro y su iconografía más aviesa, se embosca por las esquinas para cualquier momento. Entonces el creador de “Depende”, espeta: “ES QUE AHORA NO ME VIENE BIEN; TENGO COSAS QUE HACER.. ”.
Y ahí es cuando dices: ¡Vaya! Qué lealtad a la vida y qué manera de afrontar, en términos biológicos, esa incapacidad orgánica de sostener la homeostasis.
La culminación de la vida tratada de frente, con arrestos; con ese halo de esperanza de quien apura el último sorbo antes de irse para volver a ser en otro estado y lugar. Quizá en el que fue sitio de su recreo: un remanso de prados verdes, hayedos y robledales. Allá, en el Valle de Arán.
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