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Rodríguez Álvarez Economistas: Cuatro décadas al servicio de La Bañeza

S. Lunes, 23 de Diciembre de 2024 Tiempo de lectura:

Al describir a qué se dedican en Rodríguez Álvarez Economistas, David me habla de gestión administrativa y asesoría fiscal, pero los que nos sentamos al otro lado de la mesa, sabemos que el alcance de su trabajo va mucho más allá. Cada trimestre, nuestras horas de trabajo, nuestro esfuerzo y nuestra voluntad pasan por sus manos, y en ocasiones, con lo que para él es un trámite sencillo, habitual en su día a día, consigue formalizar lo que a priori nos parece inasumible. La existencia —¡o resistencia!— en el mercado laboral suele ir acompañada de preocupaciones, miedos, ansiedad y sufrimiento —y seguramente aún más si uno es empresario—, así que, al imaginar cualquier proyecto, cuando muchos podrían considerar que las cosas no están bien asentadas, necesitamos cuidar con quién compartimos nuestras ideas. A veces, basta una conversación, una frase, una palabra o incluso un simple gesto para darnos «un pequeño empujón» que mantenga nuestra intención —o que nos haga abandonarla—. Por eso los gestores pueden llegar a ser tan importantes, y por eso, no resulta sorprendente que, personas inicialmente tan ajenas a nuestras vidas, puedan convertirse rápidamente en autoridades, al ser tan relevantes para nuestras elecciones.

 

Tras licenciarse en Administración y Dirección de Empresas, David estudió un máster en Banca, Bolsa y Mercados Financieros. Pasó por distintos lugares y ocupó varios puestos de trabajo, pero siempre estuvo seguro de que volvería a La Bañeza para asumir el relevo generacional en el despacho de su Padre, Ramón, quien comenzó su andadura de la mano de su socio «Felipón» en la Gestoría Blanco Toral allá por la década de 1980. Lo convencional sería pensar que, tras una vida repleta de jornadas interminables, dedicadas a sacar adelante un negocio propio, alguien se aferraría a la jubilación en cuanto existiera la posibilidad; sin embargo, Ramón da la impresión de no adherirse a las tendencias, y, aunque en muchos aspectos ha pasado por completo el testigo a David, su presencia en la empresa sigue teniendo una importancia capital. Siempre lo encuentro radiante, así que me costaría pensar que quiera retirarse. Imagino que es muy gratificante ver cómo, gracias a su labor, evolucionan y se afianzan los objetivos de muchas personas…también los de su hijo.

 

David habla fascinado de su negocio, con las ganas propias de quien acaba de estrenarse como autónomo y subraya la importancia de la formación continua —también estudió derecho para ser mejor asesor—. Él es de los previsores, de los que responden con convicción y de los que ganan con el éxito de sus clientes, y, sin duda, este modelo corporativo explica la solidez de su empresa: Rodríguez Álvarez Economistas cumplió 40 años, y ya son 20 los que él ha trabajado aquí. Tanto él como su padre, saben que hay juegos donde uno no puede ganar en solitario, y, por eso, se apoyan en un equipo formado por Gabriela, Alejandro, José y Juan: varias personas con diferentes perfiles, todos ellos brillantes, que han aunado esfuerzos, y que se han convertido el capital más valioso de Rodríguez Álvarez Economistas.

 

Al despedirse, David cruza «al otro lado» de la mesa. Este gesto me produce siempre tanto bienestar porque me transmite cercanía, y en ese momento experimento ese tipo de agradecimiento que se genera cuando alguien nos hace sentir importantes. Quizás ustedes también lo hayan vivido: que se sepan tu nombre, el interés genuino en un «¿cómo estás?», la sinceridad en los «que tengas un buen día», el deseo de ayudarte a solucionar un problema, o la paciencia para repasar contigo —número a número— los datos de una transferencia. Para los verdaderos profesionales, antes que las empresas, los contratos, los presupuestos o los beneficios, antes que todo eso, están las personas: la amabilidad, la escucha, la empatía, el respeto. Sería preciso —y precioso— captar todos esos instantes en los que esos «arquitectos de decisiones» que organizan nuestro contexto, con acciones aparentemente triviales, influyen en nuestras vidas.

 

Hace casi tres años que me senté por primera vez en este despacho. Este tiempo, aunque insignificante para aquellos con más edad y experiencia que yo, ha supuesto para mí un viaje laboral enorme. Este recorrido podría haber sido sumamente complicado, y, no obstante, me ha parecido un paseo porque he tenido la suerte de estar bien acompañada. He llegado muchas veces nerviosa, pero me he ido siempre tranquila por el apoyo que David, Ramón, y todo su equipo han sabido brindarme. Es el poder de la confianza.

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